FIFA.com se centra en un contarnos historias de récords conseguidos en la Copa Mundial y en esta ocasión, se enfoca en las dos únicas selecciones que han remontado una diferencia de tres goles durante el torneo.

Esta capacidad para renacer de las cenizas no es inusual. Ya les pasó a ABBA, Elvis y Oasis. Y también lo vivieron Mohammed Ali, Michael Jordan, Michael Phelps y Tiger Woods. A todos ellos los dieron por acabados por una razón o por otra, pero todos volvieron a lo grande. El concepto es uno de los mayores alicientes de cualquier deporte: la convicción de que ninguna competición ha terminado hasta que se agota el tiempo; esa llama de la esperanza de obrar el milagro en contra de toda lógica.

En el fútbol de clubes se han vivido muchos momentos inolvidables: la hazaña del Liverpool, que remontó un 3-0 ante el AC Milan en la final de la Liga de Campeones de la UEFA 2005; la gesta del Barcelona, que dio la vuelta a un 4-0 obtenido en el partido de ida, en ese mismo torneo, doce años después; y la victoria in extremis del Manchester United frente al Bayern de Múnich en el tiempo añadido, antes de la llegada del nuevo siglo.

En la competición más importante del deporte rey, dos selecciones destacan por encima de las demás al haber logrado las dos mayores remontadas de la historia de la Copa Mundial de la FIFA: Austria en 1954 y Portugal en 1966 dieron la vuelta a una desventaja de tres goles bajo una presión tremenda.

Austria 7-5 Suiza (Suiza 1954) 

Austria, que volvía a disputar la Copa Mundial desde que debutase en Italia 1934, ganó sus dos partidos de la fase de grupos frente a Escocia y Checoslovaquia. En cuartos de final, se enfrentó a una selección suiza que había tenido que jugar un partido de desempate ante Italia para clasificarse entre los ocho mejores.  

Aquella tarde de verano en la ciudad de Lausana, a orillas del lago Ginebra, el calor era sofocante, la temperatura alcanzaba los 40 grados y la humedad superaba el 80 %. Las condiciones distaban mucho de ser las ideales para un partido de fútbol donde, a la postre, se establecieron varios récords, incluido uno que sigue vigente: el de mayor número de goles en un solo encuentro de la historia del torneo.

La selección suiza, dirigida por el austriaco Karl Rappan, había dedicado buena parte de la concentración a practicar el tiro con arco. Se notó, porque acertaron tres veces en la diana en los primeros compases del partido: Robert Ballaman abrió el marcador en el minuto 16, antes de que Josef Hugi lograse, en un visto y no visto, un doblete que dio a los helvéticos una ventaja de 3-0 en tan solo 20 minutos.

Aunque solo habían pasado tres días entre el encuentro ante Italia y los cuartos de final, Rappan decidió no variar su once. Y poco a poco, el calor, la fatiga y la clase de sus rivales empezaron a hacer mella. Los austriacos no tardaron en reaccionar y pusieron las tablas en el marcador con tres goles en otros tantos minutos por mediación de Alfred Körner y Theodor Wagner, que anotó un doblete.   

El capitán, Ernst Ocwirk, se encargó de deshacer el empate, antes de que un segundo tanto de Körner pusiera a Austria 5-3 por delante, contra todo pronóstico, en el minuto 34. Ballaman respondió con su segundo gol para dejar el marcador 5-4 en el descanso. Un tanto más para cada equipo (Wagner y Hugi completaron un triplete) sirvieron para mantener el suspense, hasta que el austriaco Erich Probst sentenció este emocionantísimo encuentro a falta de un cuarto de hora para el final.

El famoso ‘Cerrojo Suizo’ se había roto en pedazos en el mismo torneo donde tuvo lugar, al día siguiente, la tristemente célebre ‘Batalla de Berna’. Los austriacos acabaron terceros, mientras que la República Federal de Alemania derrotó a Hungría en una final épica que se recordará siempre como ‘El Milagro de Berna’.

Portugal 5-3 RPD de Corea (Inglaterra 1966) 

Después de sorprender y eliminar a Italia en el último partido de la fase de grupos, la RPD de Corea, que debutaba en la competición, quedó emparejada con Portugal en cuartos de final. El obstáculo se antojaba insalvable, puesto que los lusos venían de encadenar tres victorias consecutivas sobre Hungría, Bulgaria y Brasil, en las que además había anotado tres goles por partido.

Era la primera vez que una selección asiática se clasificaba entre los ocho mejores de una Copa Mundial (fue la única hasta 2002), mientras que Portugal contaba con figuras como Eusebio, Mario Coluna y Antonio Simoes. La selección europea era teóricamente superior.

En Liverpool, en el estadio de Goodison Park, sucedió lo impensable. En el ecuador de la primera parte, el marcador señalaba un 3-0 a favor de los norcoreanos. La RDP de Corea abría el marcador con un tremendo disparo de Park Seung-zin, y añadía dos tantos más de Li Dong-woon y Yang Seung-kook.

Fue entonces cuando llegó la hora del rey: un doblete de Eusebio redujo diferencias antes del descanso. Tras la reanudación, el maestro luso nacido en Mozambique empató el encuentro con un remate sin apenas ángulo. Tres minutos después, sumó el cuarto en su cuenta particular al convertir un penalti que él mismo había provocado. José Augusto puso la puntilla a falta de diez minutos para el final. Portugal salvaba la honra y acababa con el sueño de su rival.

Eusebio vio puerta en los dos siguientes partidos de su selección, que fueron una derrota por 2-1 a manos de la anfitriona en semifinales y una victoria por 2-1 ante la Unión Soviética en el partido por el tercer puesto. El astro portugués se proclamó máximo goleador del torneo con nueve dianas.